viernes, 15 de diciembre de 2006

La Mejor Herencia de una Madre


A las madres nadie les enseñó a ser madres, no existen escuelas ni institutos, ni cursos, ni nada. Lo que saben gran parte lo aporta lo que observaron y otra viene integrado en nuestra naturaleza. Las madres casi ni se dieron cuenta como empezaron a serlo una serie de acontecimientos sucedió hasta llegar a desempeñar lo que hoy hacen y no sólo se dedican a eso porque también deben ser buenas esposas y dedicadas dueñas de casa, sin considerar que en el caso de que trabajen deben ser ejemplos para sus colegas solteras.
No es fácil ser madre. Tienen muchos deberes que cumplir, pero pocos derechos que reclamar satisfactoriamente; no se pueden cansar, no hay mucho tiempo para dedicarlo a ellas mismas y cuando lo tienen más de alguna cosa pendiente reclama su ejecución o algún hijo aparece.
Sin embargo, y a pesar de todo lo anterior, el ser madre implica muchas responsabilidades y sacrificio, pero también está cargada de inmensas bendiciones y es sin duda uno de los más grandes capitales en que la vida puede ser invertida.
Los primeros discípulos son los hijos. Ellos son esponjas ávidas para aprender a desempeñarse en la vida, lo hacen observando su medio ambiente pero las más trascendentes son aprehendidas de la madre. Con ella pasan importantes cantidades de tiempo, especialmente en los primeros meses de vida.
La mejor herencia de una madre es invertir su tiempo, sus experiencias, su vida con sus hijos. Más que palabras lo que hace crecer (y creer) son hechos. Más que dar bibliazos con palabras muchas veces ajenas y lejanas el vivir esos principios será lo que guiará al niño en su camino, senda de la cual no se alejará aún siendo viejo. No se trata de ser súper madres, sino mujeres que se dan y dan su amor y el de aquel que las amó primero, son mujeres con muchas debilidades que son cubiertas por la trascendental decisión de hacerse a un lado por unos cuantos años dándolos a los de su propia sangre y carne y en los cuales se perpetuará, tratando siempre de hacerlo lo mejor posible a pesar de que nadie les enseñó a hacerlo, pero siempre mirando hacia adelante por ella y por sus hijos.
X. Prado D.
Febrero de 2001

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