viernes, 15 de diciembre de 2006

El chisme en persona


Así es como podríamos describir al personaje que hizo furor en las pantallas de la televisión chilena: Se trata ni más ni menos que de Yerko Puchento, el comentarista de espectáculos más “top” de la televisión chilena, encargado de ponernos al día respecto de la actividad del jet-set criollo, él siempre está a la moda y enterado de las últimas copuchas y no tiene tapujos en desmenuzar con sus ácidos comentarios a quienes no estén “top, top”... eso sí, cuando sus víctimas ya se hayan alejado lo bastante para que no lo escuchen. Sin embargo tanta maravilla no podía ser un personaje real, de lo contrario ya estaría envuelto en unas cuentas polémicas y más de alguna amenaza de demanda judicial a su haber.

Este personaje es el fiel representante de una institución del género humano: El Chisme, en términos chilenos Cahuín. En el diccionario se encuentra lo siguiente: “cahuin: m. Chilenismo. Borrachera, jarana, diversión”. Lo que dista un poco del significado que en Chile se asume de esa palabra, así es que opté por el término más técnico: Murmuración: “f. Conversación en perjuicio de un ausente” en tanto que murmurar quiere decir lo siguiente: “criticar o censurar, desacreditar”.

Así nos hemos acercado al centro del asunto: Existe una pequeña pero significativa diferencia entre opinar y murmurar. La opinión es dar un parecer o un sentimiento que uno forma de alguna cosa en particular en cambio el chisme, murmuración o cahuín es una opinión que incluye estereotipos (ideas prefijadas sobre la forma de ser de los individuos) y prejuicios (minusvalidar a otro, “mirarlo por encima del hombro”), lo que por cierto no es ningún aporte para ninguna de las dos partes.

Entonces si algo parece mal, ¿no se puede opinar? Por supuesto que sí. La capacidad de dar a conocer nuestro parecer es parte de nuestro libre albedrío, pero existen límites. Más allá de la opinión está la calificación y el juicio.

He aquí un interesante ejemplo que puede ser de mucha utilidad para reflexionar acerca de este tema. En cierto pueblo de Europa a fines del siglo XIX llegó a vivir una hermosa viuda, madre de tres hijos. A las pocas semanas todo el mundo hablaba mal de ella. Decían que era perezosa, que estaba casi siempre acostada y que recibía las lujuriosas visitas de tres hombres; para no ser sorprendida en prácticas promiscuas, mandaba a sus hijos a la calle y estos se veían obligados a comer con los vecinos... Un día la llevaron al hospital y al fin se supo la verdad: tenía una enfermedad incurable, no podía moverse mucho, los dolores eran tan atroces que prefería dejar salir a sus hijos para que no la vieran sufrir, la visitaban su médico, su abogado y su hermano.

Finalmente algunas palabras para tener en cuenta:
“El chismoso aparta a los mejores amigos.”
“Las palabras del chismoso son como bocados suaves y penetran hasta las entrañas”
“Sin leña se paga el fuego. Y donde no hay chismoso cesa la contienda”
“Haced todo sin murmuraciones ni discusiones”
“Hermanos, no murmuréis los unos de los otros”
“Israel murmuró y Dios se manifestó con grandes señales, pero ni aún así creyeron”

X. Prado D.
Julio de 2001

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